viernes, 5 de febrero de 2010

Villa de Leyva. Bogota.

Dejamos nuestro ya querido Hotel Aragon de Bogota (Carrera 3ra Nº 14-13, todavia no logro encontrar las direcciones aqui, es realmente dificil) para partir en viaje de 7 horas a Armenia, en el eje cafetero colombiano. Antes de ello, debemos mencionar algo de la ciudad que nos llamaba a quedarnos en sus misterios, en sus callejuelas de colonia, esa que tal vez Ruben Dario hubiera dicho que duerme bajo los angeles y sueña bajo los santos: Villa de Leyva. Ciudad sin tiempo, del detener de la vida y las urgencias, en cada empedrado y esquina, en cada cerro que la observa descansar.
Creanme cuando les digo que Villa de Leyva y sus 2145 metros sobre el nivel del mar es el paraiso cuando cae el sol en su plaza principal, inmensa y escasa de 14.000 metros cuadrados empedrados, considerada la mas grande del pais, frente a la Catedral que mira la fuente redonda y de piedras de su centro.

A la noche comimos en un sitio pequeño, y armamos la rumba de un pueblo silencioso junto a Angelica y Johana - amigas de aqui - y Grece - amiga de Estados Unidos -.
El Hotel donde nos hospedamos se llamaba el "El Marques de San Jorge", y no creo haber estado en sitio tan viejo en mi vida: casa colonial, con su patio cubierto de flores y galerias, y puertas a las que debiamos agacharnos para acceder. Se sentia uno tal vez un parroquiano de otros tiempos, en la tierra donde Antonio Nariño - precursor de la Independencia de Colombia - murio.
Lamentablemente las distancias cortas pero montañosas hacen que debamos retornar a Bogota y cumplir la promesa que hicimops a nuestras anfitrionas del Partido Liberal. Asi que tomamos una buseta para Bogota y el ajetreado viaje de subidas y bajadas nos vio ponernos dificiles las ganas de vomitar, todavia con el desayuno de cafe, huevo revuelto y arepas en el cuerpo.
En Bogota hicimos la tipica postal desde el Cerro Montserrate, accediendo por el Telesferico que comunica su base con la Iglesia de su cima. Alli nos encontramos con unas argentinas que nos hablaron de lo sucia, mal olienta y provista de gente "rara" de la ciudad "cachaca". Sinceramente no sabiamos que responderles: tal vez nunca habian estado por Constitucion, o por Retiro, o por el Microcentro porteño, sin ir mas lejos; en fin, tal vez sea el encantamiento de esta ciudad que nos impregnó tanto y nos hizo jueces y partes, pero nos sentimos tan lejanos a sus conceptos como a su conocimiento de realidades colombianas y argentinas. Al punto de que ya bromeamos cuando llegamos a un sitio: "aca hay gente rara".
Ayer noche, nos despedimos de Juliana y Luisa, nuestras amigas colombianas que ya comenzamos a extrañar. Juli cumplio años y cantamos karaoke, sin acordeonistas, sin buenas entonaciones, pero la maquina nos puntuo bastante bien, lo que demuestra que hasta las maquinos son hospitalarias aqui con nosotros.
Hoy mañana dejamos el "Aragon" para desayunar y salir para el Barrio Santa Teresita, donde se halla la Casa Museo de Jorge Eliecer Gaitan. La guia del lugar, muy simpatica estudiante de antropologia, quedo tan conforme con nosotros que hasta no tomo una prohibida foto dentro de la casa, lejos de las contravenciones reglamentarias y tras el pedido de no hacerlas publicar. Fue muy lindo el sentir algo de este hombre que partió Colombia en dos, el del siglo XX y el infinito, el estudioso del derecho y de las artes, el liberal y progresista, que murio asesinado de tres tiros en la espalda cuando salia de su estudio juridico un 9 de abril de 1948, y dio inicio al "Bogotazo". Una vez mas como a tantos sitios aqui sentimos el respeto por los grandes de la tierra, por "el hombre que es un pueblo" y que enseñaba que "el pueblo es mayor que sus dirigentes". Les dejo una frase de Gaitan: "Cercano esta el momento en que veremos si el pueblo manda, si el pueblo ordena, si el pueblo es el pueblo y no una multitud anonima de siervos".
Partimos a Armenia y un "troncon" (embotellamiento) de dos horas hizo que lleguemos a la ciudad bien entrada la noche. Ciudad de Montenegro, tierra del cafe, del mejor cafe del mundo, nos encuentra esperando sus misterios.

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