viernes, 5 de febrero de 2010

Montenegro y el eje cafetero

Las 12 y pico de la noche en que llegamos a Armenia, ciudad devastada por un terremoto en 1999, estuvieron "pesaditas". Sin gentes ni mundo a la vista, solo encontramos un puesto callejero para matar el hambre, con las urgencias que da el querer regresar a dormir al hospedaje que encontró nuestro taxista de terminal Julian y partir temprano para Montenegro, pueblo cafetero a escasos 3 km. del Parque Nacional del Cafe.
Este pueblo nos vio llegar a eso del mediodía. Para ir probando algo de sus encantos, en un bar de enfrente al Parque Central - "Plaza Bolivar", obviamente como casi todos los pueblos aqui - nos tomamos dos "tintitos" bien sabrosos, mirando al pueblo pasar desde sus mesas de marmol y descansando un poco de bolsos y cuadras caminadas a "mochila limpia".
Nos hospedamos en una Finca cafetera de nombre "De la Vega", como el Diego del Zorro, con hermosas instalaciones y comodidades, y a escasos cuadras del Parque del Cafe. Tan cerca estaba que la ruta hacia el lugar la hicimos a pie después de acomodarnos en la Finca, entre los cafetales y valles que marcaban su verdor e inmensidad.
Entre colibries de buffon, barranquillos y periquitos de anteojos, las cigarras nos cantaban la vista cafetera en un recorrido que huele a delicia, a cafe en tierra, a palmas y granos en flor. El verde del horizonte y las montañas acompañan, entre las plantaciones y los sonidos leves, un sinfin de naturaleza, de tierra risueña y aromática. "Casi nada falta hace. Cafetales y esta alma", anote en la libreta que acompaña este viaje. Debe ser así, porque uno se siente que el dia, entre tejados rojizos y delicias, no debiera acabar nunca.
El Parque verdaderamente parece un centro de diversiones, con atracciones para niños y juegos mecánicos demasiado turisticos para mi gusto, pero muy bien intencionado en eso de mostrar los aspectos de la cultura cafetera del valle (hacienda, molienda, pueblo y tren cafetero, y Museo Nacional del Cafe). Nos tomamos por supuesto nuestros cafes y las fotos tipicas, recorridas con mi casaca racinguista al enterarme ayer de nuestro traspie con Colon (cosas que pasan nada más). "¡Señor Señor! Si en la rasca te ofendo, en el guayabo te pago... y me quedas debiendo" dice un dicho cafetero que anote, como la frase de Manuel Vallejo de "La Casa de las dos Palmas" que se ve en el Museo: "El Cafe le hacía reflexionar, entibiaba el ambiente, volvía suave el recuerdo. Cafe amigo de la tierra fria, confidente. El de la estimulacion generosa...". Poesia con altura, como dicen del Quindio, tu departamento colombiano.
A la noche "bajamos" a Montenegro a comer algo en el pueblo, y probamos una rica pizza entre canciones de Sandro y Vallenatos. Si, Sandro, increible que aqui lo escuchen (sobre todo los viejos), en evidente pesadilla que me persigue. Despues frente al Parque, al lado de donde tomamos nuestro primer tinto cafetero, estuvimos tomando unas cervezas con unos amigos (definitivamente la mejor cerveza que probamos es la "Club Colombia", detrás la siguen la "Aguila" y la "Piker") hablando de futbol y del viaje por venir. No habia nadie más que nosotros, pero era suficiente en un pueblo ameno y risueño, y para un dia que amanecia entre aromas y paisajes de ensueño. Medellin, la tierra paisa, nos espera en viaje mañana por la noche. Los dias pasan y no quieren regresar.

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