Son las 12 horas cuando se escriben estas lineas, en viaje de Bogota a Villa de Leyva (conexion con Tunja). Habra que decir que esta espera de ratito antes de volver a Bogota se escribe sin mucho formalismo literario, ni estilo alguno, mas alla de las urgencias de salir y recorrer en lugar de estar frente a la compu.
Llegamos a Bogota bien tarde, a eso de la 1 am, cuando el mundo duerme de trajin y comienza a soñar con el descanso de viernes y fines de semana. Primera sorpresa que habiamos leido pero que los 35 grados de Buenos Aires no recordaron: hacia 10 grados en Bogota. Estaba mas que fresco.
El sabado amanecio a eso de las 10 tras un baño rapido, tras partir para La Calara, un poblado a 16 km de Bogota, aconstumbrandonos a los precios y el cambio, donde una cerveza vale 1500 o 2000 pesos, un "tinto" (cafe) 1100, y otro tanto una gaseosa. Ayer viajamos con la musicalidad que nos daban los vallenatos, conociendo un poco el sabor de los "cachacos" (bogotanos) y almorzando hasta caer desfallecidos calentao con frijoles chicharrones (yo) y cazuela paisa el valiente Matias. Todo con un "refajo", la cerveza mezclada con gaseosa La Colombiana.
Lo primero que me vino a la memoria fue a mi amigo Nazareno advertirme de la "musicalidad de este pais", y puedo asegurarles que es gratamente cierto. A cada momento suena un son, un vallenato, una cumbia (y no villera, sino colombiana, tan distinta y sabrosa), en toda situación y lugar, hasta extasiar y hacer bailar hasta los dos bailarines mas malos de Gerli y Tejedor.
Carlos Vives nos canta "que ingratas son las mujeres, que acabaron conmigo" y recuerda a Carlos Huertas con su "que sera del pobre Carlos, sin dinero y sin cariño", consiguiendo despertar el trajin y la rumba de esta ciudad, que nos vio llegar al "Salto del Angel" y bailar nuestros primeras rumbas. "Pense que iban a bailar peor", nos dicen Luisa y Juli, amigas colombianas, y eso es suficiente para sentirnos mas que dichosos, con el ruido de cada embiste de musica en los hielos del Ron Caldas y Coca Cola. El unico inconveniente es una Ley de aqui que se conoce como "Ley Zanahoria", donde la rumba dura a una duhaldesca y sciolesca hora 3 am (me recuerdo del "Andate a dormir vos.." de Kapanga). Despues de esa hora, la nada, literalmente, porque se comienza a bailar a eso de las 9 de la noche.
Por supuesto que siempre hay esquives de leyes, y terminamos la noche en el piso 40 de un Hotel bogotano cuyo nombre no me pidan recordar y donde nos mandamos la primera argentinidad del viaje en la puerta del hotel, mareando al guardia con los tipicos "venimos con ellos", "tengo pulsera" (vimos a un grupo que tenia pulseras del hotel y entraron) y cosas asi que al segundo estabamos en el ascensor del hotel sin saber como llegamos ahi, y ahorrandonos los 20.000 pesos de la entrada.
El domingo fuimos con la resaca a cuestas a ver la increible Catedral de Sal de Zipaquirá, un recorrido por minas de sal y cuevas que ha sido declarado la Primera Maravilla de Colombia. La Plaza de los Comuneros de Zipaquirá nos recibio luego del trayecto, a exactos 48 km. de Bogota.
Y Bogota? Nos hospedamos en el barato y maño "Hotel Aragon" (35.000 pesos la noche), con Oscar (con acento en la O) el conserje que era todo un personaje, incluso viendo el partido de Boca (de Racing no pienso hablar, me entere que goleo y gusto y seria facil lo mio...) le grito el gol de Argentinos a Matias (Matias es de Boca, nadie es perfecto) junto a un Kelpers y un frances que estaban con nosotros. Si, un kelper, era ingles de las malvinas, rompio mucho con lo de lo "inncesario" de la "Guerra de Malvinas" hasta que le dijimos lo que pensamos de los ingleses y creo que lo asustamos, porque no hablo mas. Ademas a Boca le empataron en el ultimo minuto, y el horno de Matias no estaba para bollos.
Bogota, en una palabra, rompio con su hermosidad de ciudad pintada de colores y ajena a capital, todos nuestros prejuicios previos, de semaforos y ametralladoras, de sicarios y secuestros. Lo primero que recorrimos fue la Plaza Bolivar, centro historico cercano a nuestro barrio de La Candelaria, el barrio mas viejo y colonial de la ciudad. Pensamos volver en media hora a esa ciudad para recorrer su Museo del Oro y si es posible la Casa de Jorge Eliecer Gaitan, aquel gran lider liberal muerto en 1948 y que se asocia al comienzo de los peores año de este pais. Hoy es el cumpleaños de nuestra amiga Juli, y nos prometieron hasta una piqueria (payada) con acordeon, para pasear por las cuatro clases de vallenatos que existen: el son, el merengue, el paseo y el puya (el genero mas rapido de vallenato).
Pero eso es otra historia, y no hay mas tiempo. Villa de Leyva, esta hermosisima ciudad colonial perdida en el tiempo y las montañas a 170 km. de Bogota, con sus tejados españoles y sus paredes blancas, comienza a ser lamentable pasado. No hay un minuto de mas. Y prometo escribir de este sueño entre las nubes y la cordialidad de su gente. Que asi sea, que siga sorprendiendonos esta pais y sus mil sonrisas.
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