domingo, 21 de febrero de 2010

El Rodadero de Santa Marta y Tayrona

A Santa Marta llegamos el lunes por la noche y nos dirigimos al "Hotel Olas Marinas" ded Carrera 4ta., en El Rodadero. Esta ciudad en realidad separa a la samaria Santa Marta por una montaña y tiene su propia vida y playa. Estabamos entre El Rodadero y Taganga, la otra playa cercana pero acupada por los turistas internacionales, y como todo en este viaje, nos decidio la colombianidad antes que lo foraneo. Creo que la eleccion fue excelente: hay que ver la caida del sol en la costanera escasa del Rodadero y escuchar la cantidad increible de grupos vallenatos que te tienen tocando una cancion aqui, otra alli, para darse cuenta de esto.

El martes lo ocupamos en ir a la playa de Taganga, pasando por Pescaito, el barrio mas pobre de Santa Marta y donde es oriundo "El Pibe" Carlos Valderrama. Taganga no tiene una hermosa arena, mas bien es de piedra, pero el mar es una autentica pileta verde esmeralda. Comimos un pargo a la marinera que nos dejo mirando el mar una hora seguida, sin poder despegarnos de la silla, frente a la delicia y la pesadez del mismo, y nos encontramos con David, el amigo aleman de Playa Blanca que se dirigia a Tayrona. La hora de la tarde la pasamos, en un ya clasico de toda la semana, frente a la playa de El Rodadero, frente a un bar que ya adquirimos como propio.
Sin conocer todavia el centro historico de Santa Marta, al otro dia salimos para el Parque Nacional Tayrona, despues que una buseta nos depositara en el Mercado de esa ciudad y tras 40 minutos de marcha rumbo al este, rumbo a Venezuela.
Dos horas de caminatas y media a caballo (a mi realmente me toco, como siempre y es mi suerte de hipodromos, un tordillo mas flaco que los bollos de la calle) nos llevó el llegar a Arrecifes, la primera playa del Parque. La media hora restante la tomamos hasta llegar al Cabo San Juan del Guia, previo paso por La Piscina, otra playa espectacular del sitio.
Llegamos literalmente muertos y a la hora donde hay receso de la unica tienda de viveres del lugar, teniendo que conformarnos con un tinto y una factura de queso que nos ofrecio un vendedor ambulante. Pero el problema mayor era que llegamos en horario donde estaban ocupadas las carpas y hamacas de la playa para hacer noche, y tampoco podiamos volver ya que cinco y media empieza a oscurecer. Por suerte rompimos tanto las bolas a los guardiaparques que nos consiguieron dos hamacas que nos prometieron colocar en el sitio del comedor del Cabo, luego de la cena de la noche y previo "costo" de 20.000 pesos.
Objetivo cumplido: hariamos noche en el Cabo, la punta de dos playas espectaculares que el clima nublado del Tayrona no opacaba en lo absoluto y entre las rocas finas que miraban la naturaleza en estado puro. El Parque esta bastante organizado para el turismo internacional, viendonos cenar entre los amigos italianos y alemanes de la Playa Blanca que llegaron via lancha y unas chicas argentinas que encontramos alli.
La noche de hamacas la pasamos con mucho frio, levantandonos a cada hora y hasta viendo el amanecer en el sitio, despues de no poder conciliar los sueños, pero conscientes de que la entrada al paraiso siempre deja girones de pequeños sacrificios. Finalmente nos quedamos otra noche mas en el lugar (ya con carpa conseguida para la segunda noche), entre el silencio de las mansas y el devenir de mundo en las rocas de la bahia.
Conocimos la hermosa playa de La Piscina, a 15 minutos del Cabo, entre los pescados turquesas y rojas que venian a merendar entre las rocas, a la hora que cae el sol en esta parte del mundo.
Les debo mas historias del Tayrona, que espero sean con menos urgencia y para otra ocasion, como por ejemplo las 5 horas de caminata que hicimos entre la selva para conocer El Pueblito - ruinas de los indios Tayronas - y volver a Santa Marta el dia del regreso a El Rodadero, viernes por la tarde. Ya casi termina este periplo de dias y gozos, y sin embargo ya empiezo a extrañar esta tierra acordeon y sueños.

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