domingo, 11 de diciembre de 2005

Universidad

Vaivén lento el de las hojas de los árboles, por sobre las cabezas. Silencio de ruido, de concentración, de aulas y debates, de Universidad. Caminatas eternas del alumnado, parte misma del desarrollo superior y educativo, cual insita propiedad del modelo, necesidad de prolongarse en las personas más cercanas.
Cielo abierto, vista del todo, lejana, y a la vez, cercana, cotidiana. Vista de nosotros, conocidos del voces y del acento, famosos del sur de América, ya familiarizados con el paisaje, y entre la gente.
Divisarnos es a veces todo un espectáculo. Mariano y yo al fútbol en el patio central de la Universidad, cualquier miércoles de nuestra estancia, con el equipo de la Casa de Estudios y algunos ingenieros del Cad-Cam, y la mirada del resto de la vida universitaria.
Corríamos las huellas de la ciencia y de la técnica casi a los gritos, esa forma particularísima del hablar de juventud. Saludo de todos a los argentinos (a nosotros). Saludos del mundo por las miradas y risas. Contiendas de los versos en juego, de dos culturas que asombraban por sus semejanzas y distancias.


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Extraño la vida de universidad holguinera. El dejar la bici en el parqueador y perderme con cualquier compañero, o profesor, o conocido del “¿Que hay compay?” “Todo bien, ia’ tu sabe…”, con mi mejor acento cubano, interrumpiendo la caminata, volviéndola al proseguir, volviendo a interrumpirla. El preguntar sí “hay juego hoy en el Estadio” e irnos con los ingenieros del Cad-Cam por una caminata eterna hasta el Calixto García, viendo al horrible equipo pelotero de la provincia, husmeando la Plaza de la Revolución. El almuerzo de frijoles negros, arroz blanco, ensalada, que el plato no despegaba jamás, que las moscas no dejaban tiempo al platicar. En clases de profesores colosales y amigos dignos, extraordinarios, que lo mismo daban clase que recetas de cocina y caminata. El paseo por biblioteca inmensa y sillas de madera, en tardes que no terminaban nunca de preparar clases. El jueves de fiesta nocturna con ron casero y compañeros del centro de estudiantes. Y el preguntar, siempre el preguntar. Nos sentíamos parte de todos, y todos nos hacían parte. Cual extraños en la casa de siempre. Indefensos a la sorpresa, al proseguir, interrumpido, de la caminata diaria.

Holguin, Cuba, enero de 2000.

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