lunes, 13 de agosto de 2012

Pisa y la reggia costa

Brilla el verano en Viareggio, en las playas de Lucca, en las cercanias de Pisa, que conocimos antes de ayer. De esa ciudad debo borradores de tinta, de tan paqueta, de tan hermosa, de tan frasco pequeño, pero los dejo para el siguiente espacio de tiempo. Solo diremos lo basico y conocido, lo otro me lo llevo conmigo. Como es sabido, entre los monumentos más importantes de la ciudad se halla en la célebre Piazza dei Miracoli (declarada Patrimonio de la Humanida junto a su Catedral), la postal italica por excelencia: la Torre Inclinada, del siglo XII. Me la hacia, confesion de argentinidad, mas pequeña, cual la ciudad que la besa, pero me parecio hermosa, impactante, como todo ya en este pais. Nos retratamos clasicamente, nos degustamos unos cafes en unos sitios cercanos y repletos de souvenirs, mientras azotaba el calor del mediodia. Luego Piazza dei Cavalieri, luego el agua del Lugarno eterno, pero la misma disposicion de hermosura, de esta Pisa que ya es confirmación de belleza y promesa de volver, con tiempos mutuos, con tiempos de dos.
Ahora que se hizo un poco de paz en este devenir peninsular, quiero hablar de la bonita ciudad mediterranea del norte Italiano. Cuando niños corren, gesticulan, devanecen los ultimos soles y el penultimo helado, yo escribo sin parar. Costanera eterna, calle ancha y amiga, las vacaciones del norte de Italia acaban su ultimo verano. Viento sur, apenas viento. En este orden incompleto de tus playas, que desprende las razones y casualidades del venir aqui, debo someterme a tus alegres paseos, a la hora que cae la tarde frente al Principe Di Piemonte, frente a tu precisa via reggia. Mundanal de bicicletas, nocturna letania de vestir coqueto y de otro sitio, nos hospedamos en el ameno Hotel Massimo, en la Via Roma, a media cuadra del mar verde. Cadencia de Mediterraneo, de sabores de albahaca y oliva, tus soles se comienzan a apagar y a convertirse en aplazadas historias, en contar noches atras y jornadas de mañana.
Nos paró una patrulla policial que mantuvo un dialogo irrepetible con nosotros. En realidad, debo decir que nos detuvieron por cantar la ya indudable cancion de este viaje, comprada en un cd de viejas canciones en el Carrefour de Pisa: la napolitana y sureña "Il Soldato Innamorado", con su estribillo estridente y ruidoso:

Oje vita, oje vita mia.
oje cor 'e chistu core.
si stata 'o primmo ammore.
e 'o primmo e ll'ùrdemo sarraje pe' me!

Pensando que eramos napolitanos y calabreses, resultaron ser del sur de Italia y convecidos por nosotros de no aplicar nunguna multa por nuestra patria sureña comun, se despidieron con el increible "Que viva la Calabria!!!". O que al otro dia, volviendo de beber y cantando nuevamente Il Soldato Innamorado por la calle, saliera una viejo en calzoncillos blancos y negros, de esos viejos de tipico adn italico, y gritara insultandonos: "Ma que cosa fai???". Cosas pequeñas de ciudad igual, cosas que hacen reir dias seguidos y que no se leen con la misma gracia, como siempre. Pero que se anotan a pesar de que no van a borrarse nunca de mis sonrisas.
Finalmente, hay que decir que Viareggio es conocida, ademas de turistico balneario, por sus Carnavales que decoran las paredes de nuestro hotel y se hacen desde 1873, con sus carros y desfiles, con su "Passeggiata a mare". Con ese espiritu carnavalesco, tal vez por ello, tal vez por sus magnas figuras, esta inmediatez costera mejoró los horarios que traimos a cuestas, esos horarios de once de la noche y la nada que tanto molestan a nuestros acostumbrados trajinares. Y ademas, apaciguo los trajines del no parar, no estar, irse. Vamos mañana a Venezia, a la perla del veneto, a los canales del tiempo que ya empiezan a estrañar a la entrañable Toscana septentrional de Lucca y de Pisa. Gracias mar y sol de la via reggia, de la Pisa inmensa y concentrada magica, gracias ultimos dias de verano por caer.

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