
curioso por tu verso,
que sabe a guayaba, tristeza y parra.
En la ciudad del oriente cercano,
en Cumaná.
Savia te dio vida,
que entregaste a la justicia, labrada
al costado del Manzanares.
Pero a mi parecer, fue tu pluma,
simple, humana, cercana a mi,
lo que deslumbra tu gloria.
Tu patio recorrí, busque tu gota en el aljibe,
y encontré una canción que llevaré dentro,
silenciosa, y tenue, como tus letras.
En la ciudad de la espada sucreña,
en Cumana.
Caminaste conmigo en Santa Inés,
y hasta te vi cercano a Bolivar,
en el Parque que te contempló correr,
en la tarde que advertí soñar conmigo.
Puede que tus manos descansen aquí,
pero tu alma tiende a irse en mi espacioso lastre.
No se sí aparecerás de nuevo mañana,
cercano a los puentes,
que cruzan tus dos ciudades.
Pero de seguro me quedo, y solo eso
es lo que se, para convidarte mi pluma
y acrecentar tu latir.
Cumana, Venezuela, febrero de 2005.
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