jueves, 18 de agosto de 2005

Gysella

"El amor surge de dejarlo: surge".
Jose Martí

Iluminó el turquesa el negro de sus ojos.
Así, sin preguntar, sin quererlo,
perteneció a mis delicadezas.
Señora y doncella.
Demasiada luz.

Nació con el oriente,
con el hablar cantado.
Y sin desearme el mal,
más lo contrario,
me condenó a sus besos.
Demasiada miniatura.
Demasiado ojala.

En la tierra que acaricia,
supo tratar gigantes,
abismos de infantes.
Demasiada libre.
Demasiado ron.

Fue andar, besado, andar.
Que sus caderas dirigían.
A esa edad donde
todo enamora o asesina
Gysella se hizo presente,
con conjunción de ensueños.
Y con ella, sus caderas.
Demasiada gloria.
Demasiado amor.

Holguín le dio cielo
para no deber nada a los dioses.
Para conformarnos.
Y sus caderas, eran cisnes.
Pequeñas criaturas,
esencias puras,
que el devenir tocaba.
Y sus caderas.
Y sus caderas.

Era de donde los patriotas
soplan la obra inacabada.
Capitanes Generales.
Luz de los insomnios.
Demasiada alma.
Demasiado Holguín.

Le cobró Yemaya por su azul.
Le cobró por haber nacido.
Demasiadas bocas.
Demasiada piel.

Fue Calixto García. Desdicha.
Pasión de son. Sabor a puro.
Embriaguez bajo la luna.
Gemidos de amor en oscuro.
Demasiado inmenso.
Demasiado azul.

Todavía la sueño en playas
no tan perfectas, ni prematuras.
Tejiendo redes y lejanías.
Mal gigantesco,
flor de su viento.
Recorro sus esquinas.
Que la imaginan tonada.
Demasiada risa.
Demasiada sal.

Apareciendo se va,
cual martirio
a mi conciencia.
Y sus caderas,
que ya no están.
Demasiado no.
Demasiado fue.

La vida, aunque pensó,
no la trajo.
Y desterró este frio,
que no la encuentra.
Mientras las olas
siguen cayendo.
Y sus besos, infantes,
gritan mi descontento.
Guardalavaca te extraña.
Demasiada tarde.
Demasiado son.


Guardalavaca, Cuba, enero de 2000.

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